sábado, 1 de marzo de 2008

Lluvia









Desde el pequeño balcón de La Casita tengo una vista privilegiada de una pequeña plaza del centro de la ciudad. Es un lugar muy animado, con niños jugando, abueletes tomando el sol y jóvenes charlando en las terrazas. Cuando llego cansada del trabajo por las noches, me gusta asomarme un rato, si puede ser con una buena cerveza en la mano mejor, simplemente para observar a la gente. Me relaja.
El pasado miércoles, sin embargo, la placita se convirtió en punto de encuentro por un motivo muy distinto. Cuatro mujeres habían sido asesinadas en las últimas 24 horas, y la gente se echó a la calle para gritar una vez más, con una sola voz, que ya basta. Hasta el tiempo, que había sido primaveral hasta entonces, parecía darse cuenta de que algo no iba bien, pues la lluvia nos acompañó en nuestra protesta, como si el cielo también llorara por tanto dolor absurdo, tantas muertes sin sentido, tantas familias destruídas.

En mi opinión, no es una cuestión de leyes, algo que pueda resolverse sin más endureciendo las penas. Es una cuestión de educación, de no considerar a la persona que está a tu lado como un simple objeto de tu propiedad, "la maté porque era mía". Este país aún debe sacudirse de encima mucha de su herencia más machista.

Mientras esto no cambie, Laura, Mª Victoria, Yirma y Mª Jesús no serán las últimas. Descansen en paz, al fin.
I hope that someone gets my message in a bottle
El Náufrago

P.D.-Me hubiese gustado retomar mi blog con un tema más alegre. Pero cuando la realidad te golpea con su lado más feo, no puedes simplemente volver la cara y fingir que no tiene nada que ver contigo.